EL SILENCIO
Cómo es de lindo el silencio, entrar a algún lugar o estar con un grupo de gente que habla y habla y estar atenta, observo todo los movimientos, los gestos, las miradas como una gata en alerta ronroneándose y alerta, son los momentos que vivo de mayor lucidez y de amplitud de mirada, pareciera que hasta el ángulo visual se me amplía.
Ya no quiero hablar, el silencio me atrae porque siento que escucho la música de la vida, mientras menos la contaminen las personas con música inventada, cantos, ruidos de celulares, mejor se escucha el ritmo de la vida, no sólo de la mía, escucho el ritmo de la vida en las hojas de los árboles, en el canto de los pájaros, en el sonido del viento, en una gota de agua que cae, mi ritmo cardíaco, el sonido interno de mi respiración.
Y puedo hacerlo en medio de la ciudad, en medio de mucho ruido, hago clic, como que apago un shuflette... y silencio.
Y aunque parezco volada, estoy más atenta que nunca, no se me suspende la vida, es más siento que retomo la vida, se me agudizan los sentidos, me siento más despierta, siento que se me abren más canales de percepción, siento que hay más vacío, siento más un vacío fértil y siento que más creatividad viene a mi mente.
De nada me acuerdo, como que se me producen conexiones automáticas entre lo que no sé, lo que se que sé, lo que no sé que sé, lo que no siento, lo que sé que siento y lo que no sé que siento.
Todo este caos se me ordena y me surgen cosas, debe ser por ahí que va el crear, en el descanso mental, en la substracción del mundo, en el descanso.
Razón tenían los abuelos cuando decían que el ocio era el padre de las ciencias...o de los vicios?, no recuerdo, más creo que el del crear y en un crear dentro del caos con un aire que inunda de amor a la vida.
Es distinto al silencio de irme hacia adentro replegándome, la mayor de las veces es por dolor, físico o del alma, y es un silencio doloroso, nublado, un un silencio que pide a gritos ser dormido o a gritos ser escuchada, ser querida desde la vida misma, que pide a gritos sentir que tengo espacio único en este mundo, un silencio depresivo, un silencio que pide descanso, continuidad mínima, para donde sea, algo de certidumbre algo con lo cual poder ocuparme al menos un tiempo pequeño, sin interrupción, por eso el dormir, de preferencia con anestesia, para no soñar, que el soñar se me está haciendo complejo, cuando sueño durmiendo vuelo y veo cosas que pasan, que después pasan, veo cosas que duelen y que después duelen, igual como pasa en la vida.
Y también distinto al silencio doloroso de aquél amigo que no habla más que con el silencio continuo y persistente, silencio que hiere por el olor a indiferencia o a inexistencia real de mi legítima y conocida existencia.
Para percibir con luminosidad se necesita silencio, silencio sin juicio, evaluación ni cuestionamiento, el silencio de los niños que se conectan con los ángeles, con sus amigos que con el ruido dejan de existir.
No es un silencio para percibir la verdad, si es que eso existe, simplemente para percibir, para contactar, para sentir, para vivir. Tal vez para distorsionar, quién sabe, o para desordenar todo, o para sentirme caos dentro del caos y vivir en el caos.
No es el silencio de no atención, por el contrario, son los momentos de máxima atención, sin involucrarme ni comprometerme, sin expectativas, sin pensar, sin fantasear, sin control, sin rumbo, sin lentes, serenamente, tal vez, ése silencio sea el único espacio de la vida en que soy total, en que soy del todo en que soy sana.
¿qué tal si hacemos un minuto de silencio mundial? por la vida... le ha im ...
sábado, 21 de abril de 2007
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